CRÓNICAS IRRESOLUTAS (I)

ESTRATEGIA

-Estaba sedienta –le comenté a la primera rana que me encontré en la ciénaga, como quien no quiere la cosa.

-¿Deseosa? –me preguntó aburrida sobre una pequeña roca musgosa, mirándome con sus dos ojos convexos.

-Sedienta de todo –encogí mi largo cuello de jirafa hasta ella.

-¿Qué anhelabas? –se interesó muy alegre dando un gran salto hacia otra roca más alta y mirándome a los ojos camaleónicos, más prominentes y abombados aún que los suyos.

-Agua y venganza –le respondí alzando otra vez el cuello para ponerme a su altura.

-Entiendo..., -bajó la mirada sin entender nada-. ¡Qué bonita concha tienes! -cambió de tema, de pronto, como si no le interesara lo que yo creía que era una buena y artificiosa conversación para atraer su atención.

-También ansiaba cariño, que me amaran un poco..., -reanudé el diálogo de nuevo, llevándolo hacia donde yo juzgaba conveniente.

-¿Sólo un poco? –se interesó la rana de nuevo.

-Aunque fuera un poquito... –le contesté mientras enrollaba poco a poco mi larga cola de lagarto.

-Estabas en celo.

-Estaba receptiva.

-Ávida de sexo...

-Y sobre todo harta.

-Pobre... -hizo ademán de pestañear, pero se dio cuenta de que no tenía pestañas y quedó perpleja.

-Tenía que trazar algún plan y me afané en ello -erguí el cuello.

-¿Y qué pensaste?

-Primero, bebería agua... -le dije, desliando mi larga cola de nuevo.

-Agua -repitió la rana insensata.

-Después, comería algo... -la miré fijamente con mis dos ojos locos.

-¿Algo? -se encogió.

-Y por la noche ya vería lo que haría... -disimulé con gran soltura.

-¡Qué cosas! -dijo la rana, totalmente ajena a mis planes.

-Encendí un cigarrillo porque... -dije con gran misterio.

-Porque... -se interesó, abriendo los ojos.

-¿...quién ha dicho que los jiracoleones no fumamos?

-¡Jijí! –rió, tapándose la boca con las ancas.

-Y, mira tú por dónde, los planes cambiaron.

-Es que no se puede hacer planes... –negó con la cabeza, y ya, totalmente inmersa en la conversación

-Y antes de encontrar agua para beber... –dejé en el aire.

-¿Sí? –me preguntó la rana muy interesada.

-...te encontré a ti –dije mirándola fijamente a los ojos.

-¡Anda! -me respondió feliz, ignorante de su inminente destino.

-Sí -continué-, mis planes se fueron al garete.

-¿Qué quiere decir garete? -me preguntó

-Encontré antes la comida que la bebida -le dije, sin contestar a su pregunta.

-¿Qué quiere decir garete? –insistió, saltando hacia otra roca más cerca de mí.

-Y entonces decidí cambiar mis planes, porque una no está para perder el tiempo –comenté, como si no hablara con ella.

-Sí, sí, pero, ¿qué quiere decir garete? -volvió a preguntarme muy nerviosa.

-Porque, que seas una rana, no quiere decir que vaya a dejar pasar la oportunidad...

-Soy sencilla... -me cortó.

-...y seguro que estás buenísima... -la corté yo y erguí mi largo cuello hasta la roca en donde ella se encontraba.

-... aunque no sepa qué quiere decir garete -dijo muy triste, hundiendo sus sobresalientes ojos.

-...enrollada en mi lengua... -seguí, mientras la desplegaba hacia ella.

-¿Qué quiere decir garete? -volvió a animarse.

-...que es más larga aún que la tuya -le dije y, justo después, en un abrir y cerrar de ojos, la rana hipnotizada, quedó atrapada en mi músculo más valioso.

-¡Uy, qué lengua más largaaagh...! -llegó a decir la pobre incauta.

-¡De-li-cio-sa! –dije, mientras el anuro, a modo de aperitivo, pues me gustan presas más grandes, se deslizaba por mi largo cuello de jirafa, más prolongado aún que mi lengua, antes de iniciar el oscuro y curvo viaje por el interior de mis entrañas espirales. Después, rompiendo todas las estadísticas, bebí agua del propio lago en donde habitaba mi tentempié, mi piscolabis, y fui a dormir la siesta, cobijada en mi concha de caracol gigante...

(continuará...)


1 comentario:

Anónimo dijo...

Voy con la segunda vuelta...
(pero hoy me he traído el antiácido, que ya sé lo que se come por aquí ;-)