CRÓNICAS IRRESOLUTAS (XI)


DIFFERENZE

-Hola -se despertó, por fin, pues ya eran las tantas, mi amiga Dilema-. ¿En qué piensas? -me preguntó, al verme meditando, porque ya lo he dicho antes, yo pienso, no como mi amiga, que ya saben cómo es: superflua y con la cabeza llena de pájaros; aunque, la verdad, la pájara es ella, y menuda, no vayan a creer, os lo digo yo, que la conozco de cabo a rabo, literalmente lo expongo y lo afirmo, aunque sin ánimo de ofenderla, pues en el fondo tiene su corazoncito, o no, pero vayan ustedes a saber, que yo ya no estoy segura de nada.

-Irresoluta, ¿que no me oyes? -insistió mi amiga, que por si acaso no lo he dicho ya, es la mejor insistiendo, y no para hasta que consigue lo que quiere, aunque debo decir que, la pobre, no es que tenga mucha amplitud de miras, qué le vamos a hacer, y yo la contento con cualquier cosa. Pero en aquel momento, como en muchos, yo no tenía la intención de hacerle el más mínimo caso, que bastante estaba yo haciendo pensando en lo que podíamos hacer. Y es que una no puede estar en todo.

-Irre, ¿te pasa algo o qué? -se alarmó un poco mi amiga, al ver que no le respondía.

-No -me limité a decirle, porque cuando yo quiero, me limito y me contengo.

-¿No? Pues no lo parece -me dijo, mientras se acercaba a mí, no sé muy bien con qué intención, aunque imagino que buscaba guerra, pero yo ya había decidido de antemano que no iba a caer en la trampa y que no le iba a pegar, aunque me lo pidiera de rodillas, que dicho sea de paso, no puede pedirme las cosas de rodillas, porque no las tiene, pero es un decir, y como puedo decir lo que yo quiera, porque soy yo la que cuenta la historia, pues lo digo, y punto.

-Haces mala cara -me dijo, cuando estaba a mi lado, como quien no quiere la cosa.

-Pues claro que hago mala cara -empecé a gritarle, y ya no pude parar, echándole en cara todo lo que se me pasaba por la cabeza-. No he dormido en toda la noche pensando en lo mejor que podíamos hacer dada nuestra situación, mientras que tú dormías a cola suelta despreocupada de todo, y eso no, Dilema, eso no, que yo no puedo hacerme cargo de todo, que bastante tengo yo con lo de mi concha y con lo de seguir siendo virgen, que ya no puedo más, que estoy a punto de reventar, y la verdad es que podrías ayudar un poco...

-¿Y qué culpa tengo yo con lo de tu concha y de que sigas siendo virgen? -me reprochó, no sin cierta razón, lo confieso, pero yo tampoco tenía culpa, y ya que decía ser mi amiga, que por lo menos compartiera un poco de mi desespero, pues para algo están las amigas, ¿o no?

-Algo de culpa tendrás -me defendí.

-Pues no sé en qué -se defendió ella, enroscando la cola.

-Es que eres tan... -dije, sin terminar la frase, porque no hay cosa en la vida que le moleste más a mi amiga Dilema que dejarla sobre ascuas.

-Tan, ¿qué? -se interesó, molesta, confirmando así lo que acabo de decir, ciñendo aún más su cola.

-Tan... -seguí con la fórmula, y es que cuando quiero ser intrigante, no hay quién me gane.

-¿Tan? -se deshacía de nervios mi amiga, alargando su cuello hasta que su cabeza rozó la mía, y con los ojos desorbitados, a punto de saltársele de las cuencas.

-Tan buena amiga -bromeé, porque no era lo que en un principio pensaba decirle.

-Pufff -ventoseó, mientras desenroscaba la cola.

-¡Dilema!

-¿Qué?

-¡Te has tirado un pedo!

-¿Y qué?

-Tú, lo que quieres es que te pegue, ¿verdad?

-Bueno, si te apetece.

-¡Lo que yo digo! ¡Con los problemas que tenemos, y tú sólo piensas en darte placer! -empecé a gritar, enrollando y desenrollando la lengua-. ¡Perseguidas por la justicia, acosadas por las autoridades! -seguía yo reprochándole a mi amiga-. ¡Dos fugitivas que no tienen dónde caerse muertas y ella -dije señalándole con la cola- sólo piensa en ella!

-Hija, no te pongas así, que no es para tanto -intentó calmarme, acariciándome con la lengua la concha resquebrajada, lo que a decir verdad, me sosegó, porque yo no sé qué ni cómo hace mi amiga Dilema, pero el contacto de su lengua sobre mi dolida concha me relaja y me alivia la desazón al instante, lo que me hace pensar si no hay algo de sexual en ello, pero peor es lo de ella, que le gusta que le peguen, la verdad.

-Lo siento, Dilema, perdóname, es que estoy muy nerviosa, y como no he dormido en toda la noche... -me justifiqué, por justificarme, porque no sentía la menor necesidad de hacerlo, ni tenía por qué, pero como soy una jiracoleona educada, me limito a las buenas maneras, y que conste que no estoy justificando la justificación, y además, la que se tiró un pedo fue ella y no yo, las cosas claras.

-Bueno, te perdono -me dijo, condescendiente, cosa que me molestó mucho, porque no sé cómo lo hace, pero al final siempre es ella la que me perdona a mí.

-Mira -le dije señalándole el suelo, y para cambiar de tema, pues ya estaba harta de tanta discusión-, se me han caído tres trozos de concha con tanta agitación.

-No te preocupes, que ahora mismo te los pongo.

-Gracias, Dilema -me rebajé.

-No hay de qué, que para algo están las amigas -me dijo, muy seria.

-Claro -suspiré.

-Pues eso. Venga, ponte -me contestó, animada.

-¿Así? -tomé posición, animada también.

-Así, muy bien.

-Es que, a veces, eres tan indolente.

-Indolente no, que no me gusta esa palabra. Quizás un poco impasible o estoica.

-Es lo mismo.

-¿Quieres decir?

-Sí.

-Vale, pero no te muevas, que sino te va a quedar la concha hecha un churro.

-No sé que es peor.

-Irresoluta, no seas negativa, que hoy estoy muy contenta.

Mientras mi amiga me recomponía la concha, decidimos que una vez que terminara, bajaríamos a la ciudad... Yo casi me sentía más segura en la montaña, pero ella insistió en bajar, porque ya que habíamos llegado hasta allá, decía, no nos íbamos a echar atrás, lo que me pareció bastante razonable, todo hay que decirlo, aunque me cueste darle la razón, dicho sea de paso.

-¡Ya está! -dijo triunfal mi amiga Dilema, mientras aprovechaba y atrapaba un moscardón que pasaba por allí.

-¿Cómo ha quedado? -me interesé por mi concha.

-¡Mejor que nunca!

(continuará...)

1 comentario:

Anónimo dijo...

...me...
me voy a fumar un cigarrillo de amapola...
si es que quedan...