Estábamos exhaustos. Tras varias semanas transitando por diferentes pueblos decidimos quedarnos en aquél, una pequeña y aislada aldea oculta en las montañas de la que nunca habíamos oído hablar. Apenas tenía una centena de habitantes: tres o cuatro niños horribles y muchos viejitos que pasaban la mayor parte del tiempo tomando el sol sentados en las puertas de sus deterioradas casas o en los bancos de la plaza mayor. Agotados, decidimos no seguir más.
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2 comentarios:
mecachis!!! pues sique te has cansado pronto...ya me has dejado intrigada, como siempre...
Poquito a poco, tú ya sabes que es mejor así...
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